Arquitectura oculta

Las antiguas instalaciones de Fundiciones Aurrera han sido reutilizadas para nuevos usos, y su aspecto totalmente renovado en la década de 1990. Su arquitectura, levantada en 1942 según proyecto del arquitecto Raimundo Alberdi Abaunz, ha sido justamente ensalzada como un interesante ejemplo de funcionalismo, de líneas geométricas puras, y con una solución estéticamente muy interesante que situaba las oficinas de la empresa en el chaflán curvo del edificio, en la intersección entre las calles Bidebarrieta y Urtzaile (Fundidores).
Pero este edificio oculta mucho más que una interesante solución en chaflán.

No en vano, Aurrera fue una de las fundiciones más importantes de la industria eibarresa, fundada en 1833, y que para principios del siglo XX era capaz de producir más de 100.000 kilogramos de piezas de hierro maleable.

Lo que Raimundo Alberdi proyectó en 1940 no eran unas oficinas, era una fábrica dedicada a la producción de materiales férricos. Y son estas estructuras, ocultas a nuestra vista y abigarradas en el interior de la manzana, las que, con su simplicidad constructiva y menor preocupación formal, dan sentido a la arquitectura que hoy vemos desde la calle Bidebarrieta.