El hierro de los históricos Montes de Triano

Desde la Edad Media los Montes de Triano han sido centro de extracción de mineral de hierro, como demuestra la existencia de abundantes ferrerías de monte en este entorno. Pero a finales del siglo XIX la explotación minera se extendió hacia el sur, a los Montes de Galdames, en las zonas conocidas como La Magdalena y La Elvira, más cercanas al núcleo de San Pedro de Galdames.

La extracción en estas minas se producía bajo tierra y no a cielo abierto, como sí sucedía en las minas de La Arboleda, Gallarta o Muskiz.

La mayoría de las concesiones mineras contaban con sus propias zonas de transformación, como lavaderos y balsas de decantación, y zonas de transporte interno, como vías de arrastre, cargaderos y planos inclinados. Mediante estos planos, con un sistema parecido al de los funiculares, se trasladaba el mineral hasta la explanación del ferrocarril de Galdames. De aquí se transportaba a los cargaderos situados en la ría del Ibaizabal-Nervión, en la zona de carga conocida como «dársena de Galdames» (Sestao), desde donde el mineral se embarcaba rumbo, sobre todo, a Gran Bretaña.

La última zona de explotación de esta área fue el coto minero de Sauco, ubicado en la parte más alta de los Montes de Galdames, que contaba con minas como Dolores, San Juan y Pepita. El mineral de esta área era transportado mediante el plano inclinado de La Cadenilla hasta el puerto de mineral de El Once, en Abanto-Zierbena, donde se cargaba en las vagonetas del ferrocarril de Galdames.

Fueron cientos las personas que llegaron a trabajar a estas minas, lo que dio lugar a la creación de barrios o poblados mineros con viviendas, alhóndiga y ermita, como la de Nuestra Señora de la Piedad, que hoy podemos contemplar en las laderas del monte.

En la actualidad, las áreas de La Magdalena, La Elvira y Sauco conservan importantes restos mineros que recuerdan el pasado del lugar.