La sal. Producto codiciado.

En este lugar, declarado conjunto monumental en 1984, se puede comprender el trabajo de generaciones de personas que hicieron de la obtención de sal su forma de vida. Durante siglos, el manantial de agua salina que brota del subsuelo ha sido utilizado para extraer el llamado «oro blanco» en una labor en la que las manos humanas se sirven del viento y el sol para lograr tan codiciado producto, fundamental para la conservación de los alimentos.

El sistema de trabajo continúa hoy casi invariable: el agua salada (la muera) es transportada por medio de canales de madera o royos hasta las eras, las plataformas de madera donde se obtiene la sal. Éstas se van adaptando a la topografía del lugar, tanto en forma como en altura, creando un paisaje único y deslumbrante.

Se sabe que en el momento de máximo esplendor de estas salinas, a mediados del siglo xx, hubo funcionando 5.648 eras.

Hoy, tras un ambicioso proyecto de recuperación patrimonial, podemos disfrutar de este llamativo paisaje industrial alavés, donde la sal sigue siendo, sobre todo, fruto de trabajo y vida.