Una pequeña colonia textil
Esta fábrica fue construida en 1892 gracias al indiano Marcos Arena y los empresarios y comerciantes Martín Mendía, Juan B. Hernández, Santos López de Letona y Domingo de Otaola. La sociedad se dedicaría a la hilatura, confección y manufactura de toda clase de géneros de lana, fijando su primera línea de negocio en las boinas, aunque a lo largo de su historia ha producido también viseras, pasamontañas y mantas, e incluso vendía la lana sobrante en forma de ovillos y madejas.
El inmueble principal estaba terminado ya a finales de 1892 (aunque entonces era más pequeño que el actual) y se diseñó con muros de piedra rasgados por grandes ventanas, para facilitar la entrada de luz a los espacios dedicados a la producción, y columnas de forja al interior.
Como en todo edificio fabril, se buscó una distribución racional de los espacios: la zona inferior se destinó a almacenes, talleres auxiliares y labores como el lavado, desengrasado, tinte, batanado, etc., mientras que las naves superiores acogían las secciones de cardado, hilatura y confección de boinas y otros artículos de punto. Toda la maquinaria se movía por medio de una turbina hidráulica. Ésta acciona los ejes y poleas que ponen en marcha el importante conjunto de máquinas suministradas por Summer & C.ª, procedentes, en su mayor parte, de la casa inglesa Platt Brothers de Oldham (Manchester).
El conjunto no se limita al edificio de producción, sino que se completa con casas para algunas de las familias que allí trabajaron, creándose una pequeña colonia que tuvo también su capilla-escuela, dedicada a la Virgen de Guadalupe.
Las puertas de La Encartada cerraron cien años después de su nacimiento, en el verano de 1992.
Desde 2007, reconvertida en La Encartada Fabrika-Museoa, muestra su importante patrimonio industrial y tecnológico, manteniendo prácticamente la misma fisonomía y dotación técnica con la que la concibieran sus fundadores.