Un funicular único en su género
Los funiculares son vehículos destinados a salvar grandes desniveles, con un sistema inspirado en el de los planos inclinados de la minería. La mayoría de los construidos en el País Vasco tienen un fin turístico. Así surgieron los dos primeros de nuestro entorno: el del monte Igeldo, en San Sebastián (1912) y el de Artxanda, en Bilbao (1915).
El de La Reineta, en cambio, nació en 1926 para dar servicio a la abundante población minera del Valle de Trápaga, cuyo único medio de comunicación era un tortuoso camino de mulas. En su momento, y hasta principios del siglo XXI, fue el más largo del estado español, con 1.179 metros de recorrido.
Tiene, además, una peculiaridad que lo hace único: las cajas de viajeros son desmontables, de modo que la plataforma horizontal de cada cabina puede quedar abierta y aprovecharse para transportar vehículos.
Durante años, aquí han montado camiones de carga, carboneros e incluso coches fúnebres.
En la actualidad sigue en activo, formando parte del paisaje cotidiano de quienes lo utilizan prácticamente a diario. Declarado monumento en 2014, es una joya de nuestro patrimonio industrial que debe seguir siendo utilizada.