Criadero Vascongado de Codornices

Una arquitectura única para una empresa singular

En 1972 Rufino Garmendia encargó al arquitecto Miguel Ángel Lazpita la construcción de un edificio para ampliar su negocio de cría de codornices. Se ubicó en un espacio irregular, con fuertes desniveles, junto a la carretera que comunica Bergara con Elgeta.

Su singularidad, el lenguaje plástico, muy relacionado con la arquitectura de autor de los años 70, y su alto valor iconográfico le otorgan un notable valor artístico arquitectónico, que contrasta y destaca en su entorno.

El proyecto se desarrolla en un gran edificio de planta rectangular y siete alturas, cuya distribución está condicionada por la propia ubicación en pendiente y por el ciclo reproductivo-evolutivo de las codornices. A este fin se subordina la construcción, con una cuidada ventilación del inmueble, que debía evitar la entrada de luz natural.

Los cierres son de ladrillo cara vista, resueltos mediante lienzos curvos de forma cóncava que rasgan verticalmente las fachadas, en una solución de raigambre expresionista que confiere calidad estética al conjunto. Y lo hace sin perder funcionalidad, pues se forma así una cámara de aire que permite mantener la temperatura interior.

Destaca también la caja de escalera y montacargas, ubicada en un extremo de la fachada y recubierta con celosía cerámica de carácter decorativo, completada con la disposición de las letras CVC y el nombre de la empresa.